viernes, 7 de diciembre de 2007

Latinoamérica y el mundo en las pantallas cubanas


Frank Padrón

El Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano propicia algo más substancial que los preciados corales: la posibilidad de actualizarnos de lo mejor y representativo no sólo dentro de la región, sino, prácticamente, de todo el mundo.

Lo que triunfa o impacta en festivales, lo que la crítica de todas partes reverencia, a lo que el público extiende su cetro llenando las salas, puede apreciarse aquí, en nítidas copias, durante los diez días más agitados del año, cada diciembre.

Y esa contextualización trasciende lo específico-fílmico para desembocar en lo sociopolítico, y no sólo porque el cine, el arte todo, siempre lo sea.

Tomemos el caso del filme que inauguró, no sólo esta 29 edición del festival, sino las exhibiciones en América Latina: Redacted, de Briam de Palma, premio a la mejor dirección en Cannes este mismo año.

Fiel a un estilo versado en el pastiche y la alusión posmoderna, el mítico autor de Los intocables , bien se sabe, transita en sus personales homenajes desde el Acorazado Potemkin hasta el cine negro, y aunque a veces el tiro le salga por la culata (como en su anterior título, La Dalia Negra) hay que reconocer que, al menos en la puesta en pantalla, se trata de un verdadero maestro, magisterio que ahora vuelca en esta su singular incursión dentro del llamado mockumentary (falso documental) para recrear un suceso real: la violación y asesinato de una adolescente iraquí el pasado año por dos soldados estadounidenses.

Se vale de las más diversas fuentes para dar la impresión de que estamos ante una muestra del género, estimado por su presunta objetividad, y si bien le sobran imágenes, aun cuando la edición no haya sido todo lo cuidadosa que se esperaba o se abuse de algún recurso expresivo (la música, como de Réquiem mozartiano en la primera parte), estamos, sin lugar a dudas ante un testimonio conmovedor y harto elocuente sobre un genocidio que ahora mismo sigue indetenible, para lo cual las escenas finales (sí absolutamente extraidas de la realidad) actúan como “hago constar” de todo lo anteriormente visto.

Sobre lo propiamente competitivo, aún cuando el evento apenas llega a la mitad, ya ha habido más de un título esperanzador. La misma luna (Muestra Latinos en USA), de Patricia Rigen, que también aspira al coral en el apartado de óperas primas, vuelve al recurrente tema del exilio de la región a los vecinos norteños, desde la perspectiva ahora de un niño (como ya lo hiciera el chileno Sergio Castilla en 1998 con su bien recibido Gringuito).

Separados, un pequeño mexicano y su madre, que trabaja duramente como criada y niñera en Los Ángeles para enviarle dinero, protagonizan desde puntos tan distantes de la geografía (pero, mal que se quiera, unidos histórica y socialmente) una road movie donde Carlitos, sin que lo sepa su mamá (que puntualmente le llama desde una cabina a México cada domingo a las 10:00 a.m) parte por su cuenta al anhelado encuentro. Todas las vicisitudes inimaginables ocurren en el trayecto, como cualquier filme de carretera que se respete; la cámara alterna escenas de ambos puntos donde una vez más asistimos desde los intentos continuados de los mexicanos (léase latinos en general) por emigrar a las grandes ciudades estadounidenses, como los atropellos y conflictos que atraviesan desde la condición de ilegales, la cual (por otra parte) no es nada fácil de superar…

Un guión notablemente armado encuentra una puesta en pantalla donde, si bien no se trascienden los habituales accidentes de ese tipo de filme, encontramos una ágil narración, donde humor y dramatismo, no exento de ternura que elude las sensiblerías, se mezclan con tino y buen pulso; Kate del Castillo y el niño Adrián Alonso, encabezan un elenco que lleva a buen puerto los personajes.

Otra con no pocas posibilidades es Desierto feliz, una coproducción brasileño-alemana de Paulo Caldas, en torno al hastío, la soledad y la frustración de las prostitutas jóvenes en pueblos del interior de Brasil; la protagonista traza una parábola desde un perdido pueblecillo del nordeste (cuyo nombre aporta el del filme) hasta la majestuosa y fría (en todo sentido) Alemania; cierto: logra salir de la miseria, pero no de la pobreza espiritual, su vida sigue siendo vacía y sin sentido, lo mismo que el de sus compañeras que siguieron “ejerciendo” en su lugar de origen.

Más que de situaciones propiamente dichas, se trata de una película “de atmósferas”, y muy bien conseguidas están aquí gracias al lente minucioso, escrutador y sensible de Caldas, quien se apoya en una fotografía contrastante (ora brumosa, ora iluminada; ya íntima y cerrada, ya abierta y amplia) y en el notable desempeño de sus casi todas muy jóvenes actrices, donde descuella a propósito, el coral femenino del pasado año (Hermila Guedes, la de El cielo de Suely).

En tanto muestras del patio, optan por los premios algunos títulos: Camino al Edén, de Daniel Díaz Torres, quien desdramatiza un triángulo amoroso en la Cuba finisecular (siglo XIX) con no poca ironía y un tratamiento fotográfico que ayuda a la lectura peculiar de un hecho con resonancias históricas pero que se inscribe en la parcela íntima; y aunque no simpatizo con lo último de Fernando Pérez (Madrigal), sin lugar a dudas el jurado reconocerá más de un acierto en la poética de este original cineasta nuestro; La noche de los inocentes, de Arturo Sotto, que en su momento comentáramos desde estas mismas páginas, ofrecerá a los visitantes (y más allá de las virtudes y defectos puntuales del filme) la posibilidad de conocer uno de los realizadores de otra generación (posterior a Fernando y Daniel) con un quehacer desenfadado e imaginativo, algo que se perpetúa y adquiere otros matices, otras miradas, en un concursante aún más joven (que entra a la liza de óperas primas).

El cubano-boliviano Alejandro Brugués, egresado de la Escuela Internacional de Cine y TV en San Antonio de los Baños, y cuya pieza Personal Belongings (con más de un premio a su haber) cuenta con no pocas posibilidades de ganar.

Dedicado al 40 Aniversario de Viña del Mar (nuestra más ilustre cita fundacional del cine de vanguardia en América Latina) la 29 edición del Festival habanero sigue su curso en esta, su segunda y final semana. Invitados de lujo como Gabriel García Márquez, José Luis Boreau, Fito Páez o Javier Bardem, entre otros, pasean por nuestras bulliciosas calles y nuestros cines; las muestras internacionales, los seminarios teóricos y las actividades especiales siguen convocando público de todas partes del mundo.

La próxima semana ya hablaremos sobre los corales adjudicados, y haremos un balance sobre todo lo que dejó esta cita con el cine de todos los continentes.

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