Es insólito y preocupante que artistas cubanos de la talla de Carlos Varela y Juan Formell se junten para dar un concierto en el Complejo Morro-Cabaña por un precio prácticamente inaccesible para el pueblo que vive en la capital.
Lo peor es que son los jóvenes los que principalmente acuden a estos eventos culturales con el fin de divertirse y salir de la rutina diaria. ¿Cómo consiguen 250 pesos moneda nacional o su equivalente 10 CUC? ¿Cómo puede un padre que trabaja día a día en una fábrica o empresa sufragar tal empeño? ¿Por qué esta institución sabiendo el fenómeno persiste en anunciar con “bombos y platillos” a los artistas y el “cover”?
El cantautor Silvio Rodríguez, recientemente, se negó a dar un concierto en Chile pues las lunetas costaban demasiado para el pueblo andino, para luego regresar y cantar a teatro repleto sin que a nadie le costara un centavo.
¿No es una cuestión de principios morales y éticos del artista cubano hacia su público no importa en qué latitud se encuentre? ¿Es que Carlos Varela ya no se considera seguidor de la llamada “Nueva Trova”? Me parece que ha olvidado cuáles fueron sus raíces y hacia dónde se dirige la cultura cubana: la inclusión de todos al conocimiento universal y su apreciación.
¿Por qué Formell ha aceptado tal oferta? ¿El dinero y el mercado por encima del pueblo?
¿Por qué el Complejo Morro Cabaña ha ofrecido tal oferta? ¿El dinero y mercado por encima del pueblo?
Esta acción, sin dudas, promueve de manera directa la crisis de valores que se observa a nivel planetario y en específico de Cuba, en el cual el modelo que se exporta es el de la fama, el dinero, el mercado y la prepotencia que es harto promovido por las casa disqueras en Estados Unidos. Espero que no se convierta en una moda que los conciertos en el Complejo Morro Cabaña le cuesten al cubano de a pie su salario mensual.
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