Es trascendental para la cultura cubana que la fiesta del libro y la lectura no solo invada las aulas universitarias en todo el país, sino que en centros de trabajo, la esquina de cualquier barrio o en las paradas de la guagua, observemos a algunas personas leyendo ávidamente. Ya no solo debemos pensar y preocuparnos en cuánto leemos, sino en su calidad y su variedad en las diversas ramas del arte y el saber humano, con el objetivo de alcanzar un individuo más culto y más libre. Pero, me pregunto: ¿Han aparecido ediciones recientes del escritor Fayad Jamís para que tanto los jóvenes como los que ya no lo son puedan compartir una visión renovadora de la literatura?
Jamís dedicó versos de una extraordinaria belleza y profusa reflexión a
Según el prominente ensayista mexicano Alfonso Reyes el estímulo de tipo literario es una lectura de asunto filosófico, social o mitológico. El autor de El ómnibus y la ciudad, en el poema Cuerpo del Delfín que aparece en el libro Los Párpados y el Polvo (1954), se evidencia ese estímulo verbal, ambulatorio, onírico y emocional con el fin de mostrarnos una nueva perspectiva: la transformación de la poesía (y la idea) en la realidad concreta: En el palacio de la memoria, en el humo del cuerpo,/ una palpitación extraña, un remoto aleteo:/la sombra roja de un delfín entra suavemente.
Comienza la batalla con lo que él denomina “la eternidad” y enuncia una cuestión vital: ¿Existe la trascendencia entre la vida y la muerte? ¿Seremos materia o “polvo de estrellas”?: Un delfín muerto no importa nada, lo mismo que una hormiga./ El delfín y la hormiga son realmente dos monstruos, pero no importan nada.
A pesar de que Jamís emplea metáforas e imágenes en los que se mezclan los juegos del delfín con las ciudades y las aguas con el pasado, narra sus sueños, insomnios e intenta comunicarse con el lector: Tú y yo estamos aquí, entre el mar y la ciudad,/miedosos del mar y la ciudad,/amando el mar y la ciudad,/y olvidando el mar y la ciudad por temernos y amarnos /y olvidarnos a nosotros mismos.
Este diálogo descubre su intimidad cuando el escritor pregunta incesante: ¿qué cuerpo es más durable que la espuma?,/ ¿qué arrecife salta más arriba que la espuma?,/ ¿qué templo es más inmóvil que el templo de la espuma?.
Es decir, aprovecha la oportunidad de imaginar un mundo creado por la metáfora y lo real. La poesía es su piel, pero escapa porque es el “ave de eternidad”. El escape hacia un lugar que el propio autor no enuncia, pero se entrevé: un infinito de expresiones y vivencias: Tú no me oyes, y yo quiero dormir:/ quiero soñar que un furioso delfín rompe de pronto tu sueño, eternidad.
El poeta se acoge al tono conversacional, con un principio social en la forma de expresión. Si bien el texto gira alrededor de la imagen y los símbolos, siempre aparece una dosis de comprometimiento con la sociedad, de la cual no se quiere desprender y emplea el tú, yo y nosotros como si deseara hacernos cómplices en la lectura, no la soledad del ermitaño.
Fayad Jamís es un literato que al enfrentarse a su realidad, invita no solo a leer más, sino con la seriedad y agudeza que amerita ese acto de espiritualidad humana. Y lo realiza a través de sus inquietudes poéticas y personales, apoyándose tanto en el coloquio como en lo metafórico, sin olvidar ni la universalidad del verso ni la cubanía que lo trasciende.
La corriente conversacional, al decir del escritor y pintor, no es la reproducción simple del habla común sino la oportunidad de dialogar con diversas generaciones a lo largo del tiempo. El destacado intelectual Roberto Fernández Retamar afirma que aquí no se escribe como se habla, pues es una entidad lingüística que “lleva a un tipo de expresión que viene a ser como una especie de parodia de alto estilo, para obtener así un lenguaje poético disfrazado de conversación”.
Fragmentos del POEMA “CUERPO DEL DELFÍN”
Oh cuerpo mío, niña mía, oh ave,
¿qué soy sino tu sombra mecida y coloreada por la sangre?
Para tu luz inmóvil, ¿qué es ayer, qué mañana?
¿Miras? Ni la nube ni el barco sumergen sus cenicientos vientres.
Ave mía, ¿me miras?
Yo soy un árbol rojo sobre el muro.
Allí las fría ciudad, allí las frías aguas; y entre la fría ciudad y las frías aguas,
entre los días y los días,
Tu dorado cristal, tu sueño inmóvil, tu silencio.
Y mi cuerpo de árbol, mi crujido de árbol, mi paciencia de árbol,
frente a tu hielo
Pero tú no me oyes, y yo quiero dormir:
quiero soñar que un furioso delfín rompe de pronto tu sueño, eternidad.
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