martes, 15 de enero de 2008

La Enseñanza y la Cultura en Martí


El 28 de enero de 1853 nació en Cuba José Martí, al que los cubanos llamamos El Apóstol, porque su ideario es formador de nuestra nacionalidad, pero también tuvo una dimensión universal a partir de su formación enciclopédica. Martí fue unos de los periodistas más brillantes no solo de América sino del mundo, fue el iniciador de la corriente poética denominada como Modernismo (la primera corriente literaria nacida en América Latina), según los críticos fue uno de los grandes oradores de la centuria, se desempeñó además como traductor, abogado, diplomático, político, creó un partido que dirigió la guerra contra España y posiblemente fue el primer antimperialista. Su obra es vasta, sin embargo solo vivió 42 años, pues murió en combate el 19 de mayo de 1895. En estos días, escribiré algunas líneas sobre él (que no quiere decir que será lo único que escriba) y aparecerán algunos de sus poemas, es decir los que más me gustan para compartirlos con ustedes.


¿Cómo pensó el Apóstol José Martí el equilibrio del mundo? ¿Cómo podemos analizar sus reflexiones desde el siglo XXI? son algunas de las preguntas que serán debate en la II Conferencia Internacional Por el Equilibrio del Mundo que se celebrará del 28 al 30 de enero.

Para Martí, la enseñanza y la cultura eran primordiales para que los pueblos pudieran alcanzar su propio destino. La vigencia de su ideario permite acercar su pensamiento a la actualidad, pues para él “la educación no es más que esto: la habilitación de los hombres para obtener con desahogo y honradez los medios de vida indispensables en el tiempo en que existen”.

El conocimiento del mundo a través de la aprehensión de la realidad en su propio contexto, El Maestro lo aprecia mediante un intercambio entre las ciencias ya sean sociales (filosofía, historia) o exactas (matemática, física) con una visión universal porque son: “las aspiraciones delicadas, superiores y espirituales de la mejor parte del ser humano”.

La necesidad de una enseñanza cultural compleja es lo que permite enfrentarse a las contradicciones del mundo y observar con cautela el horizonte que nos muestran, es decir, el porvenir latinoamericano.

Recordar que en la mitad del siglo XIX existía la teoría de “la civilización y la barbarie” desplegada por el escritor argentino Domingo Sarmientos en su texto Facundo, la cual proclamaba el imperativo de “copiar” las fórmulas europeas tanto educacionales como civiles con el objetivo de que América Latina borrara de la historia su pasado aborigen y agrícola, o sea “la barbarie” y pasara a un supuesta fase superior, el capitalismo.

Martí se percata que esta propuesta era muy peligrosa, pues eliminaba cualquier intento continental de independencia tanto económica, política como social; de ahí que se acercara al pensamiento de Simón Bolívar en Venezuela y su propuesta de llevar a cabo la idea de la Gran Colombia (la unidad de todos los países americanos en uno solo) y del presbítero cubano Félix Varela que ya anunciaba la necesidad de la independencia no solo de España sino de Europa e incluso avizoraba tenuemente el intento de dominación de la entonces joven nación norteamericana de Thomas Jefferson.

Por eso, el Apóstol afirmaba el valor de la educación desde los primeros años de los niños con un salto cualitativo en los estudios superiores: “Al enseñanza primaria tiene que ser científica. El mundo nuevo requiere escuela nueva. Debe ajustarse un programa nuevo de educación, que empiece en la escuela y acabe en una Universidad brillante”.

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